(hola.com) El genial diseñador francés ha creado 12 piezas exclusivas en colaboración con la firma italiana bicis. En numerosas ocasiones hemos hablado en estas páginas de la íntima relación que existe entre moda y diseño de mobiliario. Y en la tendencia de muchos de los grandes modistos a involucrarse en ‘asuntos de interiorismo’. Los casos más llamativos son los de Jean Paul Gaultier diseñando para Roche Bobois grafismos o cabeceros; el de Armani decorando de arriba abajo su hotel de Dubai o creando cuartos de baño para Roca; y el de Donatella Versace poniendo todo el barroco de su firma en las vajillas Rosenthal. Estos últimos meses también hemos visto lo que hacen los de Hermès en mobiliario, o la afición de los diseñadores españoles por la ropa de hogar. Así las cosas, es evidente que van a ir ‘cayendo’ en las redes de la decoración la mayoría de los grandes de la moda. El más reciente —y espectacular— es Christian Lacroix, que se ha decidido a lanzar una colección de mobilirario para el hogar (había hecho algo de interiorismo, pero para hoteles y similar) abarrotada de piezas emocionantes, sorprendentes, deliciosas. Claro que para esta extraordinaria ocasión, el genio de la aguja y el hilo ha rebuscado hasta encontrar una firma digna de sus diseños. Y esa firma es la italiana Sicis, conocida en todo el mundo por sus mosaicos y sus óleos. Y por su capacidad para combinar la base artesana con las más novedosas técnicas de fabricación. Con esa premisa, no puede extrañar que precisamente los mosaicos hayan sido el punto de partida del genial creador de alta costura. En concreto se ha inspirado en los mosaicos bizantinos de Ravenna. Y ha conseguido una buena colección de piezas sinuosas, abarrotadas de curvas, elegantes, en las que el creador juega con los colores de manera magistral, como siempre. La colección consta de 12 artículos combinables e intercambiables, perfectos para jugar con los estampados y las formas: sillones, mesas, alfombras y lámparas. Cada una de las piezas puede ser adquirida con una combinación de telas, borlas, bordados, encajes, flecos… que las hace únicas. Y todo ello sin abandonar la elegancia, sofisticación, clasicismo, modernismo propios de Christian Lacroix. Pura fusión del buen gusto: “Tener el privilegio de encontrarme entre monumentos, museos y edificios del siglo XVII, me otorgó la confianza de que todo puede ser mezclado, particularmente los estilos más extremos, como el barroco, el neoclasicismo, el estilo postmoderno kitsch y pop”. Ni más ni menos, Lacroix.